Dos de las obras más conmovedoras del pintor Postimpresionista Henri Toulouse-Lautrec, hijo de una familia noble que debido a las relaciones endogámicas de sus padres nació con una enfermedad genética la cual le produjo que sus piernas no se formaran bien. Es así como terminó marginado por su apariencia, condenándole a la soledad y la bebida, lo que le llevó al internamiento y a la muerte.
Sus únicas relaciones "románticas" fueron con prostitutas en bares de alterne en los que pasaba largas horas, incluso días, y las cuales alternaba con pintar.
Y siendo un hombre tan desdichado y apartado de la sociedad termina pintando dos obras como éstas, en las que vemos una joven pareja que se ama, llena de pasión y sentimiento. Viendo la obra notamos la ternura de una relación que Toulouse-Lautrec nunca llegó a conocer ni nunca conocerá, al igual que la felicidad que irradia la pareja, de la que él nunca formaría parte. Viendo estos dos cuadros se te rompe el corazón al pensar en cómo un hombre tan desdichado pudo crear algo tan bonito y que él mismo sabía que jamás experimentaría.